LA BODEGA

EDIFICACIÓN

La solución propuesta se basa en la idea de ocultar en la medida de lo posible la pieza donde se elaboran los caldos mediante su incorporación al terreno aprovechando el desnivel de la viña. Este hecho tiene la cualidad de preservar la pieza de los cambios de temperatura exterior. El ambiente enterrado permanece a temperatura constante de 14º y 15º en verano o invierno respectivamente. La bodega horada al monte y al final busca el aire con una chimenea vertical, una corriente de aire continua y graduable a voluntad, a través de la construcción bajo el terreno, que evita el uso de medios mecánicos y mantiene unas condiciones óptimas para la elaboración del vino, con la consiguiente optimización energética. Es un acercamiento a la manera tradicional de construir la bodega.
La finca tiene actualmente más de 10 hectáreas, a 250 m. de altitud en suave pendiente y orientación oeste con un terreno pedregoso, arenoso, de pizarra y piedra, en suave pendiente hacia el embalse de Castrelo de Miño, dispone de viñedos en líneas paralelas y ordenadas en busca del sol.

VIÑEDO

Situación: Lugar de Barral – Castrelo de Miño. Plantación propia de 10 ha. en espaldera a doble cordón a 250 m. de altitud en suave pendiente y orientación oeste, en la parte occidental de la provincia de Ourense, marcada por el paso del Miño y sus afluentes.

Suelo: Arenoso, pizarra y piedra.

Clima: Suave de influencia atlántica con temperaturas bajas en invierno y altas durante los meses de veranos, las precipitaciones oscilan entre 800 y 1000 mm anuales.

Variedades blancas: Treixadura, Albariño, Godello, Lado y Loureira (autóctonas).

Variedades tintas: Caiño, Sousón y Brancellao (autóctonas).

Marco de Plantación: 1 x 2,25.

Rendimientos: Control mediante poda en verde y aclareo de racimos.

Blanco: 6.000 a 8.000 kgr./ha

Tinto: 3.000 a 5.000 kgr./ha

EL VINO

La elaboración de nuestros vinos se realizará siempre buscando la máxima expresión varietal de nuestros viñedos, trabajando cada variedad por separado y en su momento óptimo de maduración, intentando extraer de sus hollejos todo su material TERPÉNICO y de expresión del terruño. Para ello consideramos que la congelación de la piel con nive carbónica nos permite romperla en infinidad de microcristales antes de un suave estrujado y macerándola durante unas horas para que todo el material tepénico y varietal sea cedido a nuestros mostos.

También consideramos importante trabajar las lías antes de fermentar, formando así otro tipo de aromas denominados TIOLES, consiguiendo una mayor complejidad aromática y, sobre todo, una buena estructura grasa, mayor densidad y volumen en boca, equilibrando y potenciando todas sus sensaciones gustativas.

No nos olvidamos tampoco de la formación de ésteres durante su fermentación controlando su temperatura, regulando así su consumo de azúcar de forma lenta y homogénea. Y por último, la fermentación de parte de nuestros mostos en barricas de robles europeos, suaves y de grano medio y, durante un tiempo limitado de forma que no aporte demasiados aromas balsámicos y engógenos y sí permita una suave microoxigenación de nuestros vinos para redondearlos, equilibrarlos y llevarlos a la botella en las mejores condiciones.